A las buenas.
La UFC (Ultimate Fighting Championship, o MMA (Artes Marciales Mixtas) es un caso de éxito maravilloso.
De prácticamente el anonimato al estrellato.
La UFC fue fundada en 1993 por Art Davie y Rorion Gracie.
Los primeros eventos eran rudos y sin muchas reglas, lo que llevó a críticas y a la percepción de ser un deporte brutal y violento.
En 2001, los hermanos Frank y Lorenzo Fertitta compraron la UFC por $2 millones, junto con su socio Dana White, a través de Zuffa, LLC.
En 2016, Zuffa, LLC vendió la UFC a un grupo de inversores por $4.000 millones de dólares.
¿Qué paso?
La UFC mejoró significativamente la calidad de producción de sus eventos. Se invirtió en mejorar la transmisión, el sonido y la presentación visual.
Se comenzó a construir narrativas alrededor de los luchadores, haciendo que la gente se interesara no solo en las peleas, sino también en las historias personales de los competidores. Otra demostración de que las historias son lo que realmente nos mueven a los humanos, no las promesas.
Pioneros en el uso de las redes sociales, cuando nadie lo hacia, para interactuar directamente con la afición.
El éxito del Pay-Per-View o pagar por ver. Muy común a día de hoy.
Expansión Internacional.
Diversificación de ingresos: merchandising, videojuegos, acuerdos de patrocinio y contenido multimedia.
Consolidación de la UFC como deporte.
Alianzas estratégicas con grandes marcas y patrocinios.
Si esto no es saber gestionar un negocio, ya no sé que puede serlo.
¿Yamato como patrocinador de la UFC? Estamos cerca.
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Nos leemos mañana.
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