A las buenas.
Sentarte en una mesa y sentirte que eres la persona menos inteligente de la sala es un auténtico privilegio.
Sí, sí, ser la tonta o el lerdo de la mesa.
La razón es muy sencilla. Casi seguro que salgas de la sala siendo una persona más sabia.
Porque rodearte de gente inferior intelectualmente para regodearte en tu ego no es una práctica demasiado beneficiosa para tu desarrollo personal.
En la sala de las personas cultas es posible que te vengan pensamientos del rollo: soy una mierda, soy una fracasada, soy un inútil…
Pero lo único que tienes que hacer es dejar el ego en la puerta, sentarte a escuchar y aprender de gente que o está más preparada que tú, o tiene más experiencia que tú o simplemente es más inteligentes que tú.
Sí, créeme, hay gente más lista que nosotros.
Sentar cátedra ante tu cuñado no te va a hacer mejor profesional.
Como decía Charles Darwin:
«La ignorancia suele proporcionar más confianza que el conocimiento».
Venga, no seas tonto, no seas tímida, sabemos hacer mejor marketing en Yamato, pero te estás resistiendo. Veeeeeeeenga, por aquí.
Si te ha gustado el email de hoy, me ayudas infinito si lo compartes entre tus seres amados.
Nos leemos mañana.
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